Nuestra historia es sencilla y también fácil: un día Vicky se encontraba mal en casa y pensé que no había nada más triste que estar enferma y sola un domingo, en una ciudad que no es la tuya, sin referentes, sin direcciones. Y me crucé el mapa un poco incrédulo y compré comida y medicinas y, al salir de la farmacia, unas flores a una gitana a la que llevo viendo años en una esquina de Argüelles. Pensé que podía ser un atrevimiento que ambos podíamos asumir. Fue un domingo de octubre de 2015 y desde ese día, no nos hemos separado.
Nuestro amor es el mismo amor que el vuestro, porque no somos especiales. Vicky y yo somos la suma de la gente que nos queréis y que estáis aquí por primera y última vez reunidos por nosotros y para nosotros. Nos reconocemos en vuestras sonrisas y en el cariño que cada uno nos dais cada día, de mil formas diferentes.
Queremos que guardéis esta imagen para siempre: la de un puñado de personas de distintas partes del mundo, en un pueblo del que todos somos extraños, muchos desconocidos entre sí, pero todos con algo en común: nosotros.
Los que vienen de mi parte conocen mi historia. Me acompañaron durante todo el trayecto o solo una parte, pero todos conocen mis fallos y mis aciertos. Nadie dijo que yo fuera perfecto: si nadie lo es, ¿por qué iba a serlo yo? Pero saben que soy capaz de querer más allá del amor. Saben que para mí la vida, el arte, el pensamiento y la amistad, se articulan gracias al amor que somos capaces de crear. Y mira, Vic: esto lo hemos creado nosotros. Y todavía queda lo mejor.
Querer a Victoria fue inevitable. Tratar de hacerlo bien es una tarea cuyo compromiso renuevo cada día, cuando abro los ojos y la encuentro a mi lado. Querer a Vicky hace del mundo un sitio mejor. Y todo es tranquilo. Todo está bien entre nosotros. La verdad fue revelada hace tiempo en canciones y en libros que leí, pero jamás fue presentada con tanto detalle, con tanta alegría, con tanto futuro.
Gracias a todos por el esfuerzo que os supone acompañarnos hoy. Nuestro amor está a la altura. Podéis estar tranquilos y podéis estar seguros.
Antes de terminar esta pequeña ceremonia, me gustaría que recordásemos a la gente que no puede estar hoy con nosotros. Disfrutemos por ellos. Brindemos por ellos. Hagamos que este momento valga por ellos.
Después de esta noche, de mañana, de estos días de emociones encontradas y estallidos de alegría, cuando todos regreséis a vuestras casas, a vuestra ciudad, a vuestro país, me gustaría que supierais que siempre, todos lo días, Vicky recibe el amor que el Atlántico le roba, y el cuidado de todos vosotros a través de mí. Me hago cargo. Sé cómo hacer. Y es un placer hacerlo.
Gracias a todos.